Obligaciones formales

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Pagos a los señores feudales y a la Iglesia

 

Por si la situación económica de las gentes campesinas no fuese lo suficientemente apurada, había que hacer frente a infinidad de pagos: foros, vasallaje, diezmos, primicias, etc. El cura liberal D. Juan-Antonio Posse, natural de Soesto-Laxe, al dirigirse a sus feligreses en San Andrés del Rabanedo-León, en defensa de la Constitución de 1812, en el apartado 14 de su sermón resume así el feudalismo en Galicia:
“ Pero en donde se ven reunidos los horrores del feudalismo es en Galicia, toda ella esclava de duques, condes, monasterios, mitras, cabildos, conventos, iglesias, abades, priores,&c. (...) La propiedad de los pueblos de Galicia toda, es de corporaciones y familias privilegiadas, y los brazos y la sangre, las vidas y la exîstencia de los hombres les pertenece como derecho. Toda ella se vé arrastrada á los pies de algunos individuos. Despues de los diezmos, las primicias, las oblatas, las contribuciones de la nacion y las rentas, que en ninguna parte son menos del dos por uno, deben ir á la pesca, á la caza, á las monterías: respetar a los señores y a sus animales: contribuir con las luctuosas y otras cargas injustas, sin recibir de los señores mas consuelo que llenarles de curas, cortejantes ó lacayos, pages ó sacristanes y otros sugetos no menos viles é indignos, habituados á la esclavitud, á las baxezas y á ser los ministros de los placeres de estos reyezuelos, que se consumen y vegetan en la voluptuosidad y en el fausto. Cualquiera que tenga sentimientos de humanidad, debe enternecerse á la vista del triste expectáculo que ofrecen los aldeanos de Galicia. Vestidos de un burdél grosero, descalzos de pie y pierna, despues de remar todo un dia sin mas alimento que un poco de pan de maiz y agua caliente, se van a guarnecer con los animales, aun los mas inmundos y á ser pasto de los insectos. Son dueños de prender, multar, castigar y hasta del pudor de sus mugeres. Conozco un pueblo, cuyo terreno será media legua en toda su circunferencia: y despues de las cargas referidas, mantienen un gran mayorazgo, un convento de monjas u otras pensiones considerables en dinero, aves, &c., que contribuye por razón de foros, exâmen de doctrina, sacramentos, letanías, patronos, Santísimo, &c. Las justicias nombradas por los señores resolvian todos los pleitos en su favor, sin tener el triste remedio de la apelación, reducidos a tanta pobreza. Tales son los efectos del gobierno de los señoríos; si se puede llamar gobierno á una política monstruosa (...) “Memorias del cura liberal don Juan Antonio Posse con su discurso sobre la Constitución de 1812”. Richard Herr.
Es impresionante el valor de este paisano, para decir esto en 1812. Hoy leyendo estas cosas, recuerdo lo que nos decía de mi madre cuando nos mandaba hacer algún trabajo y le decíamos que estabamos cansados, o cuando le decíamos que no nos gustaba la comida. Ella nos respondía: “lo que tenéis, es mucho vicio”. Ahora, cincuenta años después, y visto lo visto, no me queda otro remedio que darle razón...
Los foros se pagaban a los señores feudales, a los monasterios y a la Iglesia, hasta la famosa desamortización de Mendizábal. Esto de la desamortización no significó que después del paso del señor Mendizábal no hubiera que pagar. Simplemente se le pagaba al Estado o a quien los había adquirido a éste.
El foro estaba muy extendido en Galicia ya desde su origen en la Edad Media. Las tierras eran repartidas entre foreros, los cuales se comprometían a pagar una renta al dueño, ya fuera en frutos o en dinero. La duración de tal contrato se estipulaba a tres “voces” o vidas, es decir, por tres generaciones. No obstante a partir del año l600 se estableció que la duración sería por la vida de tres reyes y 29 años más. Así consta en el foro que hace el señor de la Casa de Romelle de sus propiedades de Fornelos en el año 1689 :
“...por las vidas de tres Sres. Reies queMandaren enla Corona de españa uno en pos deotro ymas veintinueve años mas empezando â correr y Contarse en nro. Rei y ssr. natural qe. D. G. Dn. Carlos segundo...”
Mis antepasados, los Romar, pagaban foros y pensiones a las Casas de Daneiro, Aplazadoiro, Penelas, Romelle, a la Ermita de Santa Eirena de Salto, a la Iglesia de Baio, etc.
Asimismo, en el año 1850, pagaban a “D. Pascual Rosendo dela Ciudad dela Coruña Como Comprador de rentas Correspondientes al suprimido combento dela Cerca dela ciudad de Santiago, cuatro ferrados de trigo y una gallina”.
Mi tatarabuelo Andrés Romar Leis compró al Estado en el año 1871 por 580 pesetas “bienes del clero” y “redención de censo”. En 1883 compra por 34,80 pesetas “bienes del clero” y “redención de censo y foros” y por 2,80 pesetas “rentas de la ermita de Santa Elena de Salto”.
Los López, como cabezaleros de los foros de Baio Pequeno y Fornelos, pagaban en 1869:
“105 ferrados y 5 cuartillos de trigo, 11/2 carneros, 4 gallinas, 3 azumbres de miel, 59 reales y 14 maravedíes”
Por su parte, los Lema, pagaban: foros a la Casa de Daneiro; vasallaje al Conde de Altamira; pensiones a Nuestra Señora de las Virtudes en su capilla del Briño, y al convento de Santo Domingo de la ciudad de Santiago; pensiones por misas a los curas de Santa María de Baio, San Amedio de Sarces y SanXoán de Borneiro; primicia a la parroquia de Baio y a la capilla de la Magdalena de Salto; el voto del Apóstol y la oblata al cura de Baio.
No tengo datos sobre si mis ancestros pagaban la tristemente célebre Loitosa, aunque me imagino que sí. Esta barbaridad sin límites consistía en que cuando moría el cabeza de familia había que entregar al señor feudal el mejor animal de la casa, preferiblemente de cuatro patas. Había casos en que los herederos tenían que endeudarse fuertemente para hacer frente a los gastos ocasionados por la muerte de sus familiares: derechos de entierro, misas, loitosa, etc. Incluso renovar el foro, si el que fallecía era la tercera generación.
Un ejemplo de esta situación económica la tenemos en la partija de bienes de Antonio Romar Lema y Francisca Leis Varela (padres de mi tatarabuelo), hecha en el año 1850, donde figura una deuda de 1.647,5 reales compuesta de 24 partidas. De ellas, 10 son con la Iglesia o sus representantes:
“A D. Pedro Lois presbitero 4 reales.
Por misas de Fundación a D. Jacinto Antonio Pérez 12 reales y 12 maravedíes.
Al Sr. Cura de esta 38 reales.
Asimismo de renta de Fabrica cuatro ferrados de trigo a 10 reales son 40 reales.
A Juana Blanco criada del cura 24 reales.
A Alonso Pailos (uno de los herederos) pr. entregar para las misas 19 reales.
Alglorioso San Antonio 9 reales y 8 maravedies.
Por una paga hecha por los vecinos para Composión y reparación dela Iglesia de Bayo 30 reales.
Adeudanse mas de cipulturas de los petrucios 15 reales.
Delas dos Bulas de muertos quesele tomaron por deboción 6 reales”
En otro apartado, dice que la casa donde vivía Rosa Romar (una heredera) y su marido Alonso Pailos, pagaba:
“dos ferrados y un cuartillo de trigo alforante D. Jose Francisco de Lema y Prado presbitero aoradifunto”
Tanto fue así que los bienes raíces se los adjudican casi en su totalidad al hijo primogénito, para que pudiese hacer frente a las deudas (Anexo 19).
En nuestros tiempos, la Iglesia no era tan oprimente, pero lo cierto es que se tomaba muy en serio su obligación de conducir al rebaño por el buen camino. En las Confesiones Pascuales, el cura pasaba lista de todas las personas que asistían. Recuerdo al cura de Baio decir que no pasaba lista ya que nos conocía bien a todos, pero cuando estuve trabajando en Carballo, el párroco, D. Venancio, sí la pasaba. Carballo había crecido mucho pero sólo había una parroquia y, aunque se juntaban varios curas, la confesión duraba varios días y había colas para confesarse, colas para comulgar y colas para que don Venancio le borrara a uno de la lista. En una ocasión, mi jefe, Manuel Barbeito, fue varios días con la intención de confesarse y comulgar, pero como había mucha gente se volvía a trabajar. El último día era el peor y el hombre como tenía prisa se puso de acuerdo, creo recordar, con el dueño de Transportes Lerio y uno se puso en la cola de confesiones y otro en la de comulgar, próximas al altar Mayor donde estaba don Venancio, y juntos pasaron a la cola de la lista donde don Venancio les dijo:
-“Menos mal ¡Ya era hora! Llevabais dos años sin pasar por aquí”
En Baio, donde presumíamos de tener un cura poco exigente, había infinidad de pagos al cura y a la iglesia. Citaré los que recuerdo:
Bautismo.- El padrino pagaba un ferrado de trigo o su equivalencia en dinero.
Bodas.- Con motivo del matrimonio se podían hacer pagos por las dispensas (hasta 4º grado), amonestaciones y despachos . En el año 1863, los padres de Domingo Varela Villar (bisabuelo de Blandina) y los de su primera mujer, Josefa Varela Loureyro, firman unos concertos (acuerdos que precedían al matrimonio), en el cual, y entre otras muchas cosas, acuerdan la dote de la novia y se comprometen a pagar a partes iguales la dispensa (eran primos en primer grado) que se eleva a seiscientos ochenta y tres reales (Anexo 20). Los despachos eran permisos especiales que se pedían al arzobispado para evitar leer las amonestaciones. Esto ocurría cuando la novia estaba en estado, tenía un hijo o alguno de los novios era viudo. La boda se celebraba sin invitados y a horas en que no les viese el pueblo (por la mañana temprano e incluso a altas horas de la noche). Si por alguna causa se descubría la hora, se organizaba la cencerrada, burla ruidosa que duraba toda la noche y a veces varios días haciendo sonar cencerros, cuernos, cubos metálicos, cohetes, canciones pícaras, etc. En ocasiones, los jóvenes pedían a los novios moletes (panes de trigo) o una regueifa (ver O Entruido) y si se lo concedían no hacían la cencerrada.
Algo parecido sucedía en Cataluña en el siglo XVII, donde en varios lugares las bodas se celebraban por más de un 30% de viudos, y los jóvenes que no podían casarse exigían al novio una cantidad de dinero para poder celebrar ellos una fiesta. En caso de no ser generoso terminaban con una cencerrada.
Mandatos testamentarios.- En el primer testamento del “Tío Pepe” en el año 1893, hay una cláusula que dice:
“Lega por una sola vez para la conservación de Santos Lugares de Jerusalen, la limosna de costumbre”
Cuando en 1907, muere su hermana Andrea, en la liquidación de los derechos reales, hay un apartado que dice:
“Por la limosna de los Santos Lugares de Jerusalén, al 14% -nº 37 tarifa- una peseta con ocho céntimos”
Misas.- Por funerales (diez o más curas), aniversario, por alma de algún familiar o amigo, ofrendas por enfermedad (bien sea de una persona o animal), etc.
Festividad de los santos.- Promesa de correr con todos o parte de los diversos gastos que se ocasionaban: los frailes (uno o dos) que predicaban en la novena, gastos religiosos (misas, velas), gastos profanos (orquesta, pirotecnia), por llevar el santo en andas, figuras de cera, etc.
Ofrendas y promesas.- Ya fuesen en dinero, grano, animales, etc. La Virgen del Corpiño recuerdo que tenía un manto de color verde pero prácticamente no se veía por la cantidad de billetes de 1.000 pesetas que colgaban del manto. No puedo decir la cantidad exacta pero quizá sobrepasasen las 100.000 pesetas. Téngase en cuenta que un piso corriente se compraba en aquel entonces por menos de esa cantidad. En San Adrián do Mar, en Malpica, recuerdo que, siendo muy niño, vi subastar una pareja de bueyes que un labrador había prometido al santo si le curaba. Una pequeña fortuna.
Medalla de la Milagrosa.- Era una cofradía por la que, pagando dos pesetas anuales, se recibía una medalla de aluminio y daba derecho a una misa en la hora de la muerte.
Capeliña da Milagrosa.- Es una capillita portátil, con la imagen de la Virgen de la Milagrosa, que durante el año hace un recorrido por las casas de los vecinos. Cuando era joven, prácticamente todos los días se rezaba el rosario pero, de manera especial, el día que pernoctaba en casa la Milagrosa. Cada vecino la tiene, al menos, un día y una noche, pasándosela a continuación al siguiente, después de depositar unas monedas en el cepillo. Con lo recaudado el cura hace el acto religioso, el día 26 de noviembre, víspera de la festividad de la Milagrosa.
Santas Misiones.- Pagar los gastos de misioneros, frailes y otros.
Cepillos.- Recogían pequeñas promesas y limosnas.
Bula.- Daba derecho a comer carne todos los viernes del año, excepto los viernes de Cuaresma. Cada feligrés, dependiendo de su situación económica, contribuía con una limosna a la Iglesia, la cual entregaba un impreso (equivalente a doble folio) donde entre otras muchas cosas figuraba el nombre del feligrés y el importe de la donación. Si el feligrés aportaba una cantidad extra podía comer carne todos los días, incluida la Cuaresma. Resulta curioso que precisaran permiso para comer carne los viernes ya que me imagino que no serían muchos los días del año en que podrían disfrutar de tal manjar.
En el año 1848 mi tatarabuela, Antonia Castiñeira, contribuyó con una limosna de tres reales. En un apartado del documento que le entregaron, donde su nombre figura escrito a pluma, podemos leer:
“Y declaramos, que los que quieran gozar de sus Indulgencias y Gracias, han de tomar y retener este Sumario de ellas, impreso, sellado y firmado de nuestro Sello y nombre, para que no puedan errar a cerca de las Gracias que les son concedidas, ni otros usurparselas, y que cada uno pueda mostrar con que facultad usa de ellas:
Y por cuanto a vos Antonia Castiñeira
contribuisteis con la limosna de tres reales de vellón, que es la que en virtud de Autoridad Apostólica hemos tasado, y recibisteis este sumario (que habeis de guardar escrito en él vuestro nombre), declaramos que se os concede, y podeis gozar de todas las referidas Indulgencias, Facultades y gracias, en la forma sobre dicha. Dado en Madrid a treinta de Enero de mil ochocientos cuarenta y ocho”
Certificados.- Bautismales, de defunción, de buena conducta, etc.
Aceite.- Contribuciones para la llama que alumbraba día y noche al Santísimo.
Por carnaval.- Con carácter voluntario los feligreses daban un torrezno (parte del cerdo que no solía ser inferior al kilo), los cuales eran subastados a la salida de misa. Por cierto que en Fornelos, a pesar de tener menos vecinos que Baio, el valor de los torreznos era el triple.
Por la Pascua.- En esta época se pagaba una docena de huevos por matrimonio y media docena las viudas. Cosa curiosa, en caso de ser viudo no se pagaba nada. Por Pascua también había que “da-la doutrina”. Los niños tan pronto dejábamos de ir al catecismo, teníamos que ir a “da-la doutrina”. Esto consistía en saberse de memoria el Catecismo de la Doctrina Cristiana del Padre Astete (que vivió allá por la Edad Media). El que no se sabía el “librito” de memoria tenía que volver otro día. Al casarse se quedaba exento. Lo que no sé es que pasaba con los que no sabían leer, (creo que tenían que sabérsela igual) y con los solterones.
Por Corpus.- En esta festividad pagaban 5 pesetas los matrimonios, y 2 pesetas con cincuenta céntimos los viudos, no habiendo aqui diferencia entre varón o mujer.
Obras.- Arreglos y mejoras de la iglesia y derechos para construir panteones.
Maíz.- Cuando se recogía el maíz pasaba un carro por las puertas y con carácter voluntario se donaban mazorcas para la Milagrosa, Santa Bárbara y Animas.
Obrata (oblata).- Después de recoger el trigo se entregaba un ferrado de trigo por matrimonio, el cual daba derecho al entierro y confesión Pascual, y otro ferrado (este voluntario) por cada responso que cantaba el cura los domingos por el alma de algún familiar.
Porco de San Antonio.- Como ya hemos comentado, era un cerdo que donaba un vecino y era criado por todo el pueblo. Cuando tenía un año se subastaba y el dinero se entregaba para San Antonio.
Sólo recuerdo una vez en la vida en la que fuera la Iglesia,( o mejor dicho, por mediación de ella), la que me pagara algo a mí. Fue cuando en el año 1952 se inauguró en Baio la oficina de la Caja de Ahorros de La Coruña. El director general donó al cura una cantidad para los niños de la parroquia, y D. Juan Astray decidió repartirla entre todos los niños que íbamos al catecismo y abrir una cartilla de ahorro a cada niño. En los primeros cálculos se estimó que corresponderían unas 15 pesetas para cada niño. Al domingo siguiente, el sermón debió de versar sobre el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, pues como tal debe de considerarse que la iglesia se llenara de niños salidos de no se sabe donde. La cartilla se acabó abriendo con 4 pesetas.