De lo personal y lo familiar

Página principal

 

 

Mis aficiones y pasatiempos

 

Personalmente, soy incapaz de estarme sentado en un sillón con los brazos cruzados sin hacer nada. Por eso he tenido siempre alguna afición que matase mis ratos perdidos, de las que destacaré aquí la del jardín, la numismática, la filatelia y el estudio de mis antepasados.

 

El jardín.- Las plantas de jardín fueron siempre mi gran afición. Cuando hice mi primera siembra debía tener cinco o seis años. Fue en el campo da roupa, lugar a donde se lleva la ropa a clarear. Allí, en la esquina más apartada, sembré un metro cuadrado (aproximadamente) de labazas (romaza), planta que es rechazada por todos los animales y, por consiguiente, que el campesino no puede ni ver. Regaba mi plantación todos los días, mientras los mayores dormían la siesta, hasta que un buen día en casa descubrieron mi “cosecha” y me obligaron a arrancar todas las plantas, una por una, y ponerlas a secar al sol. Aquello no privó que yo siguiera con otras plantaciones. Mi tío José tenía algo de jardín alrededor de su casa y yo le pedía todo tipo de plantas a él o a mi primo Pepe.

Cuando fui por primera vez a las aguas a Caldas de Reis vi, en los jardines que hay delante del asilo, una cestita “tallada” con las ramitas de un laurel. Todos los días me acercaba a verla e intentaba deducir cómo la habían conseguido. La respuesta me la dio un jardinero a quien vi retocar el árbol con unas tijeras.

En 1952, y con la ayuda de mi padre, diseñé el jardín que hay delante de la casa del Empalme. En el año 1954 compré en Santiago, por 50 pts., la hermosa palmera que hoy luce este jardín. De Caldas también traje, dentro de una fiambrera, las dos camelias que hay cerca de la palmera (me las dieron en la casa donde paraba) y los evónimos, en forma de butaca, que hay a cada lado de la entrada de casa (“víctimas” de un pillaje en los jardines de dicho pueblo). Las butacas las copié de una que había en los jardines de A Coruña.

Cuando compramos la finca de Santa Cruz (A Coruña), que mide 2.300 m2, pude montar un jardín a mi gusto. Un pequeño jardín botánico a base de una gran variedad de arbustos y árboles ornamentales y frutales. Empecé por hacer un plano de la parcela en el cual iba anotando el nombre del árbol, la fecha de plantación, lugar de procedencia y si había sido injertado por mí. A cada lado de la entrada planté una palmera, con su seto de boj, seguido de los ornamentales evónimos, azaleas, camelias etc.; luego los frutales y por último las coníferas. Más de 80 árboles, de los que la mitad son frutales.

Al venirnos a Madrid compramos un chalet adosado en El Escorial. La parcela de 2.300 m2, se convirtió en algo menos de 90 (incluyendo las aceras que ocupaban un tercio). Esto me obligó a replantearme el tipo de jardín. No obstante hice uno hermoso, donde hay varios chamacerazus, cinco tipos de evónimos, un laurel, un pruno, un durillo, setos de boj, etc. Llama la atención a la gente, que se asoma a verlo, por la originalidad en la talla de los arbustos (arte conocido con el nombre de topiaria), y la variedad, en forma de vasijas (un botijo, una jarra, una alcucia, un ánfora y un porrón). Incluso tenía un cruceiro. Vendimos este chalet en 1993 y en la actualidad estoy restaurando el que tiene la casa que hemos adquirido, haciendo nuevas y distintas figuras. (Anexo 1).

 

Numismática.- No me considero un numismático, pero sí un buen aficionado. Empecé a coleccionar monedas en el año 1957, cuando mi vecino Manuel do Maroto vino de vacaciones desde Buenos Aires y me regaló tres monedas, una ellas acuñada ese año. En la actualidad tengo monedas de ciento cincuenta y siete países distintos y actuales, es decir, de todos los países independientes que acuñan moneda, al menos hasta la caída del muro de Berlín y el desmembramiento de la Unión Soviética.

Prácticamente todas estas monedas fueron “regaladas”. Cuando estaba con mi hermano Jesús en el bar, a todo marinero (sobre todo los de Camelle) que venía de navegar le pedía las monedas y me daban todas las que llevaban. Y ahora, a cada amigo que se va de vacaciones al extranjero le recuerdo que me reserve las calderillas. Comprar sólo compré la de algún país del que me faltaba tener una pieza. Tanto unas como otras tienen poco valor.

De España, anteriores a la dictadura de Franco, tengo pocas. Parte me las dio mi padre, teniendo dos de ellas un especial valor. Nos las dio el día de sus bodas de oro (23 de marzo de 1975), una de veinticinco pesetas de oro de Alfonso XII, que se la dio a Blandina, y una onza de oro de Carlos III, que me la dio a mí.

De la dictadura de Franco tengo todas las que circularon (más de 100 diferentes), y del Rey Juan Carlos I igualmente todas.

 

Filatelia.- Tampoco me considero un filatélico. Debí empezar sobre el año 1958 ó 1959, con sellos usados, unos regalados y otros comprados. Aprendí por mi cuenta por el sistema de “prueba y error”. Alguna serie la debí de lavar más de medía docena de veces, los pegaba de una manera y más tarde cuando encontraba otra técnica los despegaba y volvía a pegar.

Tengo de muchos países, aunque casi todos de escaso valor. De España, en usados, tengo todos los que salieron entre 1954 y 1980. En nuevos, tengo varias series de este período colocadas a mi gusto. En la serie dedicada a pintores españoles que salió durante veintidós años, acompaña a la hoja de sellos otra escrita por mí, con la biografía del pintor. A partir de 1975 (es decir con la monarquía), me aboné con dos series, una para cada hijo. Hoy en día, más que coleccionar, almaceno, con vistas a la jubilación.

 

Arbol genealógico.- Todas mis aficiones las hago con gran ilusión, pero ésta, junto con el jardín, de manera muy especial. La diferencia está en que mientras que con el jardín sigo teniendo campo de actuación, con esta, lo tengo prácticamente agotado.

Mi padre era el “depositario” de muchos documentos familiares y cierto día me dio parte de los mismos, quizá los que tienen más valor (ya que algunos tienen más de doscientos años). Me comentó que estas escrituras, entre otras cosas, servían como guía para aprender a escribir (así por ejemplo en un pleito del año 1805 entre el presbítero José Francisco de Lema y unos vecinos, uno de los testigos declara recordar haber leído en la escuela las escrituras que componían la herencia). También me dijo mi padre que algunas de estas escrituras estaban hechas de papel de lino, y escritas con tinta de bugallo (agalla del roble) y con pluma de pato. Me explicó que bugallo era lo que nosotros conocíamos como bailarete (los utilizábamos como juguete soplándole despacito y haciéndole bailar sobre los labios). Hace quince años localicé unos bugallos, los metí en agua unos días y con pluma de ave escribí y firmé unas frases. Aunque el color de la letra se parece mucho al de entonces (y además no se borró) ignoro si era verdaderamente así como se hacía.

Leyendo estas escrituras, así como la “Libreta Azul” en las que mis ancestros iban tomando nota de todos los acontecimientos familiares, comencé este trabajo sobre mis antepasados. Lo hice sin seguir ningún método ni patrón. Unicamente José Rivadulla, practicante de la Refinería de Petróleos de La Coruña y gran estudioso de estos temas, me indicó donde podía encontrar documentación y me ayudó a interpretar algún documento. En el resumen que he hecho en el “Arbol genealógico de Romar”, ya detallo todo el trabajo que hice. Aquí, sólo citaré algunos datos.

De mis ascendientes localicé el nombre de ciento quince ascendientes directos, es decir, sin contar ramas colaterales de tíos abuelos, y con ellos, setenta y uno apellidos de ramas distintas. De los de Blandina, localicé ochenta y cuatro ascendientes y cuarenta y ocho apellidos. En el caso de mis hijos, esto supone saber el nombre completo de los sesenta y cuatro abuelos de sus dieciséis tatarabuelos, o dicho de otra manera, la sexta generación completa, a parte de otras ramas incompletas, que en el caso de Romar llega a la decimosegunda generación, y en el de Garda a la decimosexta, y que por lo tanto les permitiría firmar... con sus ciento diecinueve apellidos conocidos.

 

Todo este trabajo está soportado con documentos originales (como es lógico únicos), fotocopias, fotografías, comentarios de mis padres, de mis suegros y de vecinos. En muchos casos el valor sólo es personal y familiar, en otros creo que ilustrativo, sobre todo para la comarca a la cual pertenecían mis ascendientes. En fin, tengo la satisfacción de haber realizado un amplio estudio sobre este apasionante tema.